El Otoño ha comenzado a despedir las hojas de los árboles
y los colores en las calles ya no son los mismos.
El verano abandona tenuemente el balcón de mi edificio
así como las lágrimas
después del dolor de haber perdido el amor de una vida.
El panorama tras el ventanal no es fácil
y mirar desde afuera hace que el corazón se me deshaga.
Mi escritura desobedece a mis dedos
y con tinta roja se voltea en el alma golpeada.
Río cuando voy a los lugares nuestros
y en silencio nos dijimos todo
y en grito nos dijimos nada.
Sin embargo, lloro porque sé:
que también lloras
y en secreto
esperas que del cielo
caiga hecha agua para romper la espeluznante sequía.